Amor de porcelana

Como un amanecer cada mañana
así mostraba el alma su riqueza
sin ápice de duda, con firmeza,
una pieza sin par de porcelana.

Era ese amor que del ardor dimana
que en el suelo cayó por la torpeza
de alguno de los dos, ¡adiós belleza!,
rota en pedazos, necedad humana.

Pintar la cicatriz es camuflaje
que pretende ocultar lo sucedido
mientras sigue azotando el oleaje

sin querer aceptar que está perdido
ese amor trabajado sin esmero
que se dejó caer por un “no quiero”.

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Precioso poema estimado Bernardo. Un saludo

 

Caramba Bernardo, vaya pieza poética que dejas aquí. Un soneto de una calidad indudable y excelente. Das honor a este espacio. Se trata de una brillantísima metáfora continuada del principio al cabo. La imagen de una figura de porcelana rota en su fragilidad da buena cuenta del amor que no se cuida ya que el amor no es cosa de las mariposas en el estómago, sino de la voluntad que se empeña en mantenerlo intacto. Así esa porcelana irá tomando la pátina del tiempo que la embellecerá aún más. Los remiendos después de la rotura son, así mismo, difíciles de disimular, aunque también he de decir que hay figuras cuyas cicatrices pueden resultar hermosas. Siempre es ocasión de reparar lo quebrado, por ejemplo, las lañas de un lebrillo pueden llegar a ser ornamentales dando solera al objeto.
El soneto fantástico, eso desde luego. Qué gran placer encontrarlo.

Con un abrazo enorme, querido poeta.

Salvador.