Oda a la esperanza

¡Oh tú, sutil y clara llamarada,
que en medio del dolor sigues brillando,
como farol que guía al caminante
que ya sin fuerzas sigue aún amando!

Te vistes con la luz del nuevo día,
te escondes en la lágrima que asciende,
y habitas en el pecho del que sueña
aunque su corazón ya se resiente.

No eres promesa vana ni apariencia,
ni un bálsamo sin alma ni sustancia:
eres raíz que brota en la sequía
y un cántaro de fe en la incertidumbre.

Contigo el alma aprende que el abismo
no es más que el punto justo del renuevo,
y que después del llanto más oscuro
nace una flor que brota desde el fuego.

Esperanza, doncella del instante,
te invoco cuando tiembla la confianza,
y en ti me elevo, leve, hacia lo eterno,
como se eleva el alma en la bonanza.

Por ti el hombre resiste su condena,
por ti la madre arrulla su vacío,
por ti se canta aún con voz herida
y danza el corazón sobre el rocío.

 

Gracias por pasar un abrazo

 

Bella oda para esa llamarada que mantiene la fe en la vida, en lo que esperamos llegue.
Saludos poeta, que el universo mantenga siempre alta su inspirada pluma.

 

Gracias por. Pasar un avrazo

 

Gracias por. Estar nuevamente en la besana de mis versos un abrazo