El blanco marchó.

El cielo puro y ambarino,
se refleja en las marismas,
pintando sus quietas aguas,
de celestes castos y vistosos dorados,
de blanco impío salpicados.

Un ballet de bailarinas blancas,
danzan en sus vírginales enaguas,
y los elegantes y bellos flamencos,
vuelan y danzan en la tarde.

El cielo se tiñe de rosa,
y la marisma se ruboriza,
de azules, dorados y rosas.

El blanco marchó,
y quedó la madre.

 

Las imagenes se me antojan muy elegantes y dulces, me recuerda a las pinturas de Alexander Averin

Siento que la penúltima estrofa es mas intensa que la última, jugar con los últimos versos puede darle mas sabor.
Que se sienta más la maternidad del último verso.

fantástico aporte, saludos

 

Gracias. Te aclaro: En la comarca de Doñana, a la marisma los antiguos hombres la llamaban " la madre", quizás por la cantidad de vida que alberga en sus salobres aguas, o porque les procuraba su sustento cada día.

 

Muy bella escena en un bello paisaje, me ha gustado amigo Tarugus. Un abrazo. Paco.

 

Gracias por tu amabilidad amigo.