Querida Silvia

Silvia huele a galletas de vainilla...
o quizá las galletas de vainilla huelen como Silvia;
yo no estoy seguro de qué es primero,
ah, pero qué importa,
lo importante es Silvia y su olor.

Silvita ama a los perros...
y desde que lo supe,
yo quiero entonces tener uno,
y que ella lo sepa,
y que ella lo mire...
para que me mire a mí.

La niña de la selva,
la muchacha, Silvia,
se acerca muy despacio a mí,
mientras mi mirada está en mis libros...
pero no sabe que ya descubrí su presencia
desde antes que camine a mí,
y que finjo leer y sorprenderme
cuando me saluda,
mientras en la realidad
la veo de reojo
ansiando su aproximación.

Ah, sí, sus ojos son bellos,
algo así como de oro,
pero eso es aparte,
porque yo amo sus mejillas,
su sonrisa, su silencio,
su timidez... luego sus ojos.

Querida Silvia, cuando leas este poema,
si no puedes amarme,
al menos no te alejes de mí
negándome tu amistad.

 

Divinidad de arte excelente, maravilloso.

 

Magníficas letras soberbias, trabajo sublime.

 

Magnífica creación, maravilla de versos excepcionales.

 

Me gustan estos versos, tienen sabor a cotidianidad,
y acercan al lector de una forma intimista con el poeta...
pareciera que cuanto has dicho es cierto, un beso.

 

Joven poeta, tiernos versos nos compartes! Grato pasasr por tu espacio. Saludos y muchas bendiciones!

 

Felicitaciones, bellos versos llenos de sentimiento.