Desterrados en la ciudad de todas partes.

​

Ningún otro lugar habitamos más lealmente. En esta ciudad el trascurrir se hace tan puro que la nostalgia misma nos vuelve la espalda. Lo que en ella soñamos es el presente sumergido que nunca posa el pie y que nunca por eso deja atrás la esperanza.
Con la esperanza vienen entonces los días plagados de mareas vagabundas y confusos nubarrones migratorios, en que se suelta de nuestra rienda el deseo en la querencia de su gran libertad salvaje y triste, nunca del todo erradicada. Por el vasto océano descansa nuestro exilio y vaga a la deriva y a sí mismo abandonado el tiempo. Hay que dejarlo ir lejos, vigilándolo a distancia sin demasiado apremio y no sin preguntarnos, aunque más o menos confiados si en la casi oscura lejanía, seguirá llevando en su barco nuestra libertad pero centrados en otra cosa, dedicados a atesorar el oro menudo de todas las pequeñas islas llenas de ternuras que iremos descubriendo en nuestra ciudad de todas partes, azotada y dichosa en su océano.
Ya lo sabes aquí nada es real y el océano no es más que una forma de ir inundando las calles. Cuando tú no estás me da por pensar. Tu ausencia está llena de aristas que se extienden exactamente la longitud del miedo a ahogarme solo. Voy nadando hacia ti y en ocasiones pregunto. ¿Por qué te pregunto? Porque se te da bien poner rumbo hacia la persuasión y nadar hasta tocar el fondo. No es que tengas todas las respuestas, entiéndeme pero algo debes tener de sirena desbordada por una ola de ternura que me va desgastando, nublándome los ojos, llevándome a la gran certidumbre. Allí abajo, la luz es una gasa plateada y fría al principio, a medida que se desciende los tonos cálidos se van apoderando de las calles. Nadar por ellas, se diría que es como volar por el cielo. Es una inmersión en la belleza, todo se encuentra en armonía a la vez que contemplas las burbujas que salen de los orificios nasales y que ascienden como si fueran pompas de un tiempo misterioso que marcara un reloj invisible. Hay algo que no resulta tan atractivo; el pálpito de la respiración contenida.
El cielo toma el color de tus ojos y el océano es como un racimo de nubes arreboladas por un temblor de olas que viene de muy lejos. He abierto los ojos y el agua me ha inundado. Me he asomado fuera y me miran los tuyos como peces invencibles, tal vez naveguen sorteando la tristeza que emerge desde el fondo. Cierro los ojos y busco la metáfora que recorra la distancia, como la distancia no rima con tu nombre, no hay distancia pero sí metáfora. Hay miradas que son como ciudades sumergidas.

 

Eres un poeta con corazón de niño, ya tengo dos en el Portal pero el otro corazón de niño no sabe que salió competencia. No, es broma, aquí nadie compite, todos en sus diferentes esencias hacen sus obras maravillosas. Has creado un ciclo con eso de La ciudad de todas partes que hasta los océanos e islas entran en ella. Me gusta, Engel, porque eres un romántico, apasionado, corazón transparente y en todo lo que escribes impera el amor. Es hermosa esta Prosa, se me había pasado no más y no es posible que esté en cero. Te mando un abrazo y muchas gracias por las maravillosas imágenes que nos dejas aquí y tu forma de redacción poética en tu estilo es espectacular.
Buenas noches, Engel.
​

 

Que preciosidad Alfonso, sabes entremezclar realidad y sueño, elevando al lector del suelo llevado de tu mano... magnífico!!!... mi abrazo a tu alma.

+Dama+

 

Gracias Margarita por dejar constancia de tu punto de vista sobre mis escritos. Complace y gratifica tu generosidad.
Fuerte abrazo querida amiga. Buen fin de semana.

 

Mi abrazo a la tuya también, María. Gracias por pasar.
Un beso.

 

Exquisito y magnífico relato, esta ciudad de todas partes, donde todo es posible, hasta soñar sin prisas recorriendo esas miradas que lo dicen todo, estando el presente sumergido para alcanzar las montañas de sensibilidades. En esta ciudad hasta el tiempo se detine, para saborear esos instantes de luz dibujados en tu relato. ¡Eres grande, amigo!.

Mis felicitaciones, aplausos con toda mi admiración.

Un beso, Engel

 

Saludos estimada amiga, agradezco infinitamente tu cálido comentario. Placer contar con tu presencia.
Un beso, María.

 

Vaya que hermoso relato amigo Engel, donde el espíritu logra tener todo el equilibrio para forjar en un mismo lugar un todo, todo lo necesario para vivir mágicamente, magia que supera cualquier costosa realidad, me identifico contigo y creo que la imaginación puede superar cualquier cosa sin gastar recursos que pudieran ser ajenos o afectar a terceros... Un abrazo y estrellas todas para tu excelente y mágico trabajo...

 

Querido amigo, me alegra que logres identificarte con mi prosa. Es un placer para mí tu visita. Mil gracias por dejar tan lindo comentario y gracias también por la reputación.
Fuerte abrazo, José A.

 

Engel...

sencillamente...

maravilloso

Bellas imágenes, bien relatado, suave voz que atrapa en la magia de tu versar.
Se disfruta gratamente tu trabajo Engel, un placer leerte, besos y un abrazo.

 

Gracias estimada amiga, me complace tu visita.
Un abrazo.

 

Una verdadera belleza esta prosa Engel hermosamente descrita, conjugada, compenetrada en ella misma, una ciudad donde todo tiene su lugar en el corazón. Felicitaciones, reputación y saludos poeta

 

Honrado por tu visita y complacido por tu cálido comentario te dejo un fortísimo abrazo.
Saludos, Rubgy. Gracias por la reputación.

 

Saludos, Desire. Un abrazo allá dónde te encuentres. Subo esta prosa gracias a tu comentario.