Un dia en irak

A orillas del rìo Tigris que divide la ciudad de Bagdad reverdece la antigua regiòn de la Mesopotamia, cuna de grandes civilizaciones y poderosos reyes que dominaron el mundo conocido hasta entonces edificando hermosas ciudades como Babilonia en cuyos muros florecieron los mas bellos jardines colgantes y donde Alejandro el Grande viviò hasta el final de sus dìas, aùn con la brisa que se eleva del rìo se escucha en el silencio de la noche cànticos milenarios de antiguos guerreros persas que van a la coquista de la Esparta de Leonidas en la penìnsula de los Balkanes cruzando el desfiladero de las Termòpilas encomendando sus espìritus a los Baales e Ishtar.
El calor es infernal en esta parte de la penìnsula aràbiga, las fatuas luces de los edificios intermitentemente nos indican la posiciòn de la ciudad con respecto a nuestros vehìculos, una densa tormenta de arena se cierne sobre la regiòn extendièndose ràpidamente por los bajos de los barrios creando una atmòsfera sepulcral y desèrtica, avanzamos con destreza y seguridad, los perros ladran a la noche, una fuerte explosiòn acompañado de nutridos disparos rompe el monòtono silencio mientras fuego de artillerìa pesada se distingue a lo lejos, repasamos estrictamente los pasos a seguir, con el fusil cargado y tiro en boca nos aprestamos a incursionar hacia el objetivo de la misiòn que nos fuè encomendada, equipados para acciones tàcticas especiales el grupo de asalto efectuarà en los pròximos minutos una audaz operaciòn que con los dìas y el tiempo en esta zona de guerra nos es ya familiar.
Descendemos de los vehìculos haciendo un ràpido reconocimiento del àrea, desde un viejo mirador abandonado la calle Al Thaweed se vizualiza despoblada, una tensa atmòsfera abraza la ciudad, el canto timbrado de un Imàn amplificado en los altavoces de la gran Mezquita invita a los musulmanes a la reflexiòn, es la hora del recogimiento, el grupo de asalto detalla por ùltima vez la estrategia a seguir, sincronizamos relojes, revisamos equipos, todo en perfectas condiciones y encomendàndonos a Dios nos disponemos a comenzar la operaciòn la cual no puede fallar.
El nùmero ciento veinticinco de la calle Al Taweed es una casa de dos plantas con una amplia puerta frontal de Cedro del Lìbano, ventanas de hierro forjado en fragua con motivos àrabes, consta de una sala mediana unida al comedor y cocina separa de las habitaciones por un tragaluz a manera de jardìn interior y los servicios higiènicos, al fondo un patio que hace las veces de tendedero, tìpicas viviendas de las villas que habitaban los subordinados de Sadam Hissein comprendido en la zona sagrada de la capital, el conocimiento de las mismas nos facilitarà enormemente el desarrollo de la misiòn.
Nos desplazamos sigilosamente y con cautela vamos tomando posiciones frente al objetivo, rodeamos el recinto por la parte frontal, lateral hasta por los techos de las casas contiguas, el grupo de asalto consta de doce efectivos fuertemente armados con fusiles M-4, mira telescòpica a rayos infrarrojos, lanza granada adherida, chalecos antibalas de doble protecciòn, visores nocturno, equipo de comunicaciòn de nano tecnologìa de ùltima generaciòn, una variada gama de municiones y explosivos asi como màscaras anti gas.
El jefe de grupo da la señal, Tonny coloca una pequeña carga de explosivo plàstico C-4 en la cerradura de la puerta, Odiseo corta el fluido elèctrico, mientras los compañeros que se encuentran en la azotea ya trazaron su ruta a seguir, nos replegamos a una cubierta segura, la carga hace explosiòn abriendo sin dificultad la gruesa puerta mientras Omar lanza una granada fumìgena al interior de la casa a manera de cortina de humo la cuàl serà la atmòsfera en la que actuaremos, Rocky ingresa ràpidamente al recinto disparando en forma controlada hacia los àngulos de la sala secundado por Oriòn quien se desplaza hacia el comedor y la cocina, ellos son los primeros que han de limpiar el camino o los primeros que han de caer, tomados por sorpresa los milicianos responden con ràfagas de AKM como lo tenìamos previsto sin impactar en el blanco dado la total oscuridad, los hombres desde la azotea bajan limpiando el segundo nivel, el uso de visores nocturno es indispensable en el desarrollo de la operaciòn, el fuego cruzado entre las dos fuerzas es desproporcionado , los milicianos sorprendidos por la incursiòn corren en desbandada disparando sin direcciòn mientras el total del grupo visualiza las siluetas disparando efectivamente, se escucha gritos violentos, caos, confuciòn entre los subversivos, uno a uno van cayendo segùn avanzamos con mayor prestancia, la adrenalina toma forma en las venas, desde el segundo nivel por las escaleras fusil en posiciòn de ataque van bajando mis compañeros ilesos, un rastro de sangre nos conduce a una de las habitaciones, la puerta entreabierta cruje, rechinan las bisagras, el silencio es absoluto, solo se escucha el fuerte respirar de mis compañeros, me voy hacercando a la habitaciòn de puerta entreabierta con mucha precauciòn y cautela, un ruido estridente como de vidrios rotos rompre el silencio de pronto, un disparo seco me obliga a detenerme, espero unos segundos que parecen una eternidad, vuelve la calma , el ambiente es sobrecogedor, la atmòsfera se tensifica, me hacerco mas, despacio, abro la puerta, crujen las visagras, allà adentro reina un silencio total,no hay signos de vida, parece que el ùltimo miliciano se ha suicidado, el recinto està bajo control, no exista nada que represente una amenaza, ingreso a la habitacìòn que aùn se encuentra en absoluta oscuridad, distingo entre el vaho de la cortina de humo la silueta de varios cadàveres a los cuales nosotros no hemos disparado, mis compañeros peinan la casa de abajo hacia arriba y viceversa, todo ha terminado, no hay peligro alguno, Odiseo restablece el fluido elèctrico, se ilumina la vivienda y entonces el panorama que apreciamos ante nuestros ojos es estremecedor, acostumbrados a la fiereza de la guerra no deja de impactarnos , incrèdulos a lo que estamos apreciando nos miramos con asombro, una càmara de video aùn en funcionamiento inmortaliza la escena, muertos en el piso en un gran charco de sangre yacen ocho cadàveres decapitados, las cabezas separadas de sus cuerpos los ojos desorbitados en una expresiòn indescriptible y macabra, repuestos en parte de la impresiòn procedemos a identificarlos, son los nepaleces que fueron secuestrados hace dos dìas en una cèntrica calle de Bagdad mientras transaban deleites sexuales con una mujer que fungia de prostituta y que era utilizada por los rebeldes para tal fin, la crueldad de estos individuos no tiene lìmite, en nombre de su Dios y de su gerra santa tergiversan las enseñansas del coràn, la orden para el rescate nos llegò demasiado tarde, siento rabia y frustraciòn, un sentimiento de impotencia implacable, lo intentamos pero no fuè suficiente, no logramos concluir con èxito la misiòn,muchas familias lloraràn desde su lejano Nepal a sus seres queridos que ya mas nunca volveràn a ver, pero por mas duro que parezca la vida debe continuar, despuès de todo aqui el solo hecho de respirar ya es una bendiciòn.
De retorno al campamento base con la mirada perdida en el vacìo y la reciente amarga experiencia nos despojamos de los equipos para descansar, por la radio del vehìculo nos enteramos que la fuerte explosiòn que escuchamos cuando nos desplazàbamos en misiòn, no era mas que una mujer bomba que se inmolò hacièndose volar en mil pedazos matando a dos militares americanos , otros policìas locales y un veintena de peatones en el check point II - A que es el ingreso a la zona verde, especificamente a las instalaciones del palacio de gobierno Iraqui protegido por mis compatriotas peruanos, en fin ya nada me sorprende en Irak.
Y yo aquì siento que mis dìas no son mios, camino, exhalo, con una cadencia monòtona, abstracta, vivo de mi sin mi, sobre una estela sideral infinita bajo el semblante ambar de las estrellas como ojos del cielo que me miran, sobrevivo aqui en medio de este concierto de fuego y decadencia, mi cuerpo y mi alma ya no saben de inosencia, mis manos son manchadas de sangre en nombre de una libertad y una paz que nunca llegan.
Esto es Irak, la gran señora se desangra, lluvia de morteros la desgarran, Babilonia la grande cayò, gritan los vientos tu destino incierto,¿Quièn te redimirà? ¿Quièn alabarà a tus dioses sepultos?, pobre de ti, Jehovà el grande, el hacedor de mundos te juzgò, seràs arena del desierto por donde se arrastre el tiempo viejo, cansado, inanimado...

 

Wilson
Una prosa que desde su inicio se convierte en interesante.
lacerantes realidades de la guerra, y de este mundo en el
que vivimos....secuestros, matanzas, dolores causados por
la maldad del mundo en el que vivimos y que en lugares
como Irak se hacen más evidentes....¡¡Dios!! no dejo de
preguntarme por qué el ser humano involuciona tanto,
por qué ya no actúa como tal....
Me encantó leerte
mis estrellas y repuntuación
Abrazos
Ana

 

Esa es la realidad de la guerra, lo vivi de cerca.

 

Así fueron, son, y siempre serán la mayoría de las guerras, ...personas matándose por mentiras, manipulación e intereses de poder (casi siempre de unos pocos que manejan los hilos a su antojo y desde la retaguardia). ¡Qué lejos estamos aun de construir un mundo mínimamente justo y humano!. Muy interesantes tus letras, Wilson; gracias por compartir. Un abrazo.